... POR LOS DERECHOS HUMANOS CONTRA EL OLVIDO... adm. correo: defelipevilches@gmail.com guillermopremio2007.blogspot.com
jueves, 28 de abril de 2011
miércoles, 27 de abril de 2011
Discurso de Guillermo Núñez, Premio Nacional de Arte- 2007.
“Quiero que el espectador aprenda a indagar, buscar las causas y aprenda a no olvidar”.
1961 en Alemania.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIQZYojatwGWquwveAdX8U7rB-_Z_C9R7e7wtQCgciJwFh9DgvHPLGaaMDEozey11VVxp1z4po31BYq3SLmMTb6KsmEyYmhRSbCqzm0PMpJUACBik0yMwGuZILyJ8vYMUDsqng4xjbG3ZU/s200/DSC00131.JPG)
1961 en Alemania.
"" 1974: Santiago de Chile. Miércoles 9 de octubre, 3 de la tarde. Subterráneos de
la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile (AGA).
Dejo inconcluso “Oh, Jerusalén”.
Arreglo mis pocas cosas, haciendo un bulto con ellas, estoy listo para el regreso.
Todo está lleno de sol y pájaros.
Me voy con ellos.
Al chayim!
Voy saliendo de mi propia muerte.
Tuve que morir en cada día, en cada hora,
para llegar a amar
¡con qué dolor!
Mi propia vida.
2004. Sábado 9 de Octubre, 3 de la tarde.
Plaza Mayor, Madrid. España.
- Tome, por favor. Esto es un regalo para usted.
- ¿Cómo?, ¿un regalo?
- Sí, un regalo.
- Pero, dígame: ¿cuánto le debo?
- Nó, no me debe nada, es un regalo.
- Bueno, muchas gracias, pero ¿qué es esto?
- Es una serigrafía.
- ¿Una serigrafía? ¿Qué es una serigrafía?
- Es una obra gráfica, una obra de arte, firmada por su autor.
- ¿Es usted el autor?
- Sí, yo soy el autor.
- Y ¿por qué me regala, usted, esta obra de arte?
- Vea, me interesa que usted la conozca, la disfrute y, si le apetece, actúe
sobre ella, la transforme, la haga suya también, de modo que podamos firmarla
entre los dos, si usted así lo desea. Asimismo, puede, usted, tirarla o destrozarla,
pero preferiría, evidentemente, que la aceptara y la guardara como un signo de
amistad.
1° de Junio de 1310. En la Place de Grève, en París, acusada de herejía reincidente
fue quemada la monja beguina, Margareta Porete, poeta que había nacido 55 años
antes en un pueblito cerca de Valenciennes, en el norte de Francia. Había recorrido
todo el país leyendo, cantando, danzando sus poemas en plazas y mercados. Había
publicado poco antes de 1285 el libro: El espejo de las almas simples, que fue
condenado por herético.
(La espiritualidad de unos es la herejía de otros, herejía que sólo la sangre y el fuego
purifican).
“Qué gran diferencia hay –había dicho Margareta alguna vez- entre el regalo de un
amigo a otro amigo por mediación y el que es obsequiado directamente de amigo a amigo.”
Este es un regalo directo, de amigo a amigo, sin intermediarios.
También he pegado mis serigrafías en los muros de varias ciudades de Chile y de otros
países, dejándolas, allí, desamparadas, en situación de riesgo, expuestas al desdén o
a la curiosidad, a su aprobación o rechazo.
Allí, en esos muros, son un regalo a la ciudad, un regalo que no se eterniza. También
las he transformado en estandartes y banderas, banderas de una patria distinta;
arterias que, en una procesión sin dioses, un desfile sin caudillos, atraviesan el
corazón de la ciudad, cruzándola como un río de la memoria.
Al regalar las serigrafías, directamente en la calle, a un transeúnte cualquiera, espero
hacer de ese desconocido alguien más cercano, quizás un nuevo amigo.
Regaladas para desacralizar la obra de arte, para robarle el valor de mercancía y
transformarlas en diálogo amistoso, un apretón de manos, un abrazo, un saludo.
Estas obras han nacido desde el dolor de muchos, estas obras que nos miran desde
los muros anónimos de la ciudad, estos lienzos ondeando en el aire, son nuestra ira,
nuestra negativa a aceptar el exterminio, la muerte injusta, el desastre, las
atrocidades, la infamia, el miedo, la injuria, la mentira, el odio.
Y es, también, como un regalo, que quiero aceptar esta distinción que me otorga
nuestro país.
El Premio Nacional de Arte lo recibo como un regalo generoso de una patria amiga,
que quiere dejar atrás los días oscuros.
Lo reciben conmigo, entre otros: los pobladores de La Victoria, los amigos de la Casa
de la Cultura de El Bosque, los pintores y compañeros que me han acompañado en
estas tareas, acciones y proyectos; los que comparten nuestros sueños, los que
conmigo vivieron sin ojos en los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza
érea, los compañeros del encierro en los cajones de Villa Grimaldi, los de Puchuncaví y
Tres Alamos. Los que nos acompañaron en el exilio y los que esperaban, aquí,
nuestros regresos.
Con todos ellos, digo: muchas, muchas gracias.
la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile (AGA).
Dejo inconcluso “Oh, Jerusalén”.
Arreglo mis pocas cosas, haciendo un bulto con ellas, estoy listo para el regreso.
Todo está lleno de sol y pájaros.
Me voy con ellos.
Al chayim!
Voy saliendo de mi propia muerte.
Tuve que morir en cada día, en cada hora,
para llegar a amar
¡con qué dolor!
Mi propia vida.
2004. Sábado 9 de Octubre, 3 de la tarde.
Plaza Mayor, Madrid. España.
- Tome, por favor. Esto es un regalo para usted.
- ¿Cómo?, ¿un regalo?
- Sí, un regalo.
- Pero, dígame: ¿cuánto le debo?
- Nó, no me debe nada, es un regalo.
- Bueno, muchas gracias, pero ¿qué es esto?
- Es una serigrafía.
- ¿Una serigrafía? ¿Qué es una serigrafía?
- Es una obra gráfica, una obra de arte, firmada por su autor.
- ¿Es usted el autor?
- Sí, yo soy el autor.
- Y ¿por qué me regala, usted, esta obra de arte?
- Vea, me interesa que usted la conozca, la disfrute y, si le apetece, actúe
sobre ella, la transforme, la haga suya también, de modo que podamos firmarla
entre los dos, si usted así lo desea. Asimismo, puede, usted, tirarla o destrozarla,
pero preferiría, evidentemente, que la aceptara y la guardara como un signo de
amistad.
1° de Junio de 1310. En la Place de Grève, en París, acusada de herejía reincidente
fue quemada la monja beguina, Margareta Porete, poeta que había nacido 55 años
antes en un pueblito cerca de Valenciennes, en el norte de Francia. Había recorrido
todo el país leyendo, cantando, danzando sus poemas en plazas y mercados. Había
publicado poco antes de 1285 el libro: El espejo de las almas simples, que fue
condenado por herético.
(La espiritualidad de unos es la herejía de otros, herejía que sólo la sangre y el fuego
purifican).
“Qué gran diferencia hay –había dicho Margareta alguna vez- entre el regalo de un
amigo a otro amigo por mediación y el que es obsequiado directamente de amigo a amigo.”
Este es un regalo directo, de amigo a amigo, sin intermediarios.
También he pegado mis serigrafías en los muros de varias ciudades de Chile y de otros
países, dejándolas, allí, desamparadas, en situación de riesgo, expuestas al desdén o
a la curiosidad, a su aprobación o rechazo.
Allí, en esos muros, son un regalo a la ciudad, un regalo que no se eterniza. También
las he transformado en estandartes y banderas, banderas de una patria distinta;
arterias que, en una procesión sin dioses, un desfile sin caudillos, atraviesan el
corazón de la ciudad, cruzándola como un río de la memoria.
Al regalar las serigrafías, directamente en la calle, a un transeúnte cualquiera, espero
hacer de ese desconocido alguien más cercano, quizás un nuevo amigo.
Regaladas para desacralizar la obra de arte, para robarle el valor de mercancía y
transformarlas en diálogo amistoso, un apretón de manos, un abrazo, un saludo.
Estas obras han nacido desde el dolor de muchos, estas obras que nos miran desde
los muros anónimos de la ciudad, estos lienzos ondeando en el aire, son nuestra ira,
nuestra negativa a aceptar el exterminio, la muerte injusta, el desastre, las
atrocidades, la infamia, el miedo, la injuria, la mentira, el odio.
Y es, también, como un regalo, que quiero aceptar esta distinción que me otorga
nuestro país.
El Premio Nacional de Arte lo recibo como un regalo generoso de una patria amiga,
que quiere dejar atrás los días oscuros.
Lo reciben conmigo, entre otros: los pobladores de La Victoria, los amigos de la Casa
de la Cultura de El Bosque, los pintores y compañeros que me han acompañado en
estas tareas, acciones y proyectos; los que comparten nuestros sueños, los que
conmigo vivieron sin ojos en los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza
érea, los compañeros del encierro en los cajones de Villa Grimaldi, los de Puchuncaví y
Tres Alamos. Los que nos acompañaron en el exilio y los que esperaban, aquí,
nuestros regresos.
Con todos ellos, digo: muchas, muchas gracias.
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